Despertaste hoy, gritando. Tu sueño se nubló con armas, con pistolas dijiste y no sé si facilmente evocás un AK47 (como yo) o tu imaginación inventa alguna otra arma de las que hayás visto. Te abracé. Te abrazamos. Sentimos miedo todos. A la misma hora, en España, la hija de mi mejor amigo se ducha tranquilamente mientras su papi le lee un cuento. Ellos no oyen balas. Para ellos ha de resultar extraño que gente en otro mundo haga dinero hurtando paz. No es justo. Yo nunca quise que tus noches tuvieran la normalidad de una ráfaga lanzada al viento, ahí en la lejanía, como soundtrack cotidiano. Yo nunca quise que el caminar de tu mano, tratando de disfrutar tu compañía fuera mientras evito peligros, mientras recorro otras calles, mientras estaciono distinto, mientras me aseguro de que tu puerta tenga llave. Saltamos charcos, pero nuestros charcos son de miedo. Pretendo evitar estas ganas de salir corriendo cómo sea y a dónde sea, antes de que el terror nos encuentre...
Apuntes breves y no tan breves sobre más de diez cosas.