Ir al contenido principal

La eterna sospechosa, apestosa por asociación.

Por. Liliana y @La_Introversion
__________________________________________________________________

Poco se dice de lo mucho que le incomoda a las mujeres heterosexuales que se les cuestione su heterosexualidad.

La heteronormatividad es un régimen político. Una jaula mental y material que se alimenta (entre otras muchas cosas) de una interminable sucesión de acrobacias que nos niegan como humanas a cambio de un premio tan sórdido y vacío como la aprobación masculina. En esa jaula a las mujeres nos toca  granjearnos el afecto, la afirmación –y con ello– el permiso de existir.

Incluso las mujeres que se creen emancipadas (con todo y sus empleadas domésticas racializadas cuya liberación no les interesa en lo absoluto) y van por la vida vendiendo su energía vital a cambio de migajas, tampoco están libres de tener que ejecutar acrobacias ridículas a cambio de aplausos misóginos. Esto es transversal a la ciencia, el arte, y por supuesto, a la sexualidad. No puede ser de otra manera dentro de una macrocultura masculinista. Todo es político. La neutralidad es el disfraz favorito de la misoginia, y cada una ve los barrotes que quiere ver.  

Las vueltas de  esta espiral monótona  giran todas alrededor del hombre y lo que ha definido como sus necesidades porque la feminidad es eso; la servidumbre de la masculinidad. En su infinita incompetencia mental, los hombres nos desprecian con la misma intensidad con la que nos necesitan, e intentan ocultar esta gran paradoja inventando mitos y borrando la historia de las mujeres con “la historia oficial”, que además de ser occidental, es  masculina.

Incluso la educación/disciplinamiento con ínfulas de “abierta” nos sigue apretando, oprimiendo, mostrándonos lo que sí debemos ser y lo  que no. Fundamentalmente, lo que se nos exige es ser las promotoras de nuestra propia anulación a cambio de violencia a la que se le imputa la falsa calidad de amor y ternura.

En este contexto tan asfixiante, opinar sólo es “conveniente” si nuestro pensamiento apoya el de ellos (sea de izquierda, derecha, centro, arriba o abajo, siempre y cuando retroalimente su miseria y no les contradiga). 

Hay que lucir delgada y joven, y convenientemente sostener industrias multimillonarias en el intento, para vernos como si fuéramos producidas en serie. De hecho, la economía necesita que no nos aceptemos como somos para que sigamos consumiendo basura en un intento cada vez más absurdo de conseguir aprobación. 

Podés “transgredir” sin salirte del corral para que ellos puedan hacer gala de su supuesta ausencia de machismo al haber elegido a una mujer inteligente. Hasta les gusta que te hayas liberado del mito del amor romántico, porque piensan que entonces te va parecer fascinante su costumbre de exigir de todo sin dar nada. 

Nos imponen construirnos como complemento de la masculinidad y a aspirar a producir esclavxs que puedan ser felizmente explotadxs en este gran consumo interminable de mierda capitalista. ¿Cómo es que no se entiende que sin la heteronormatividad el capitalismo colapsaría? La sexualidad ejercida patriarcalmente refuerza todos los grandes ejes de opresión y legitima todas las jerarquías.

Se te confronta si abandonás la nave del deber ser[1] y el invento histórico y socialmente construido llamado “mujer”, que la psicología refrenda con todo su andamiaje ideológico androcéntrico. Al renunciar a la búsqueda de aprobación masculina pasás a ser un desecho social, un bulto que ya no sirve para adornar ni para coger. Si ese bulto inservible está en la proximidad, se debe ocultar debajo de la alfombra, limpiarlo, eliminarlo, porque su sola presencia te puede avergonzar ante las visitas y hacer perder la tan deseada atención y aprobación de la “omnipotente” validación masculina, y entonces vos, que pensás que nada tenés que ver en la perpetuación de toda esta siniestralidad, te morís de miedo ante la posibilidad de ser convertida en una apestada por mera asociación.

Harta razón tenía Audre Lorde cuando dijo que  “se nos ha enseñado  a que veamos a nuestras hermanas como eternas sospechosas, despiadadas rivales en la competición por el bien escaso que son los hombres, ese trofeo fundamental sin el cual no podemos legitimar nuestra existencia” y hemos aprendido que ese trofeo lo vale todo, hasta la vida misma. Y que terrible es ver la vida misma reducida a tan poco. En este mercado de afectos donde mi vida vale solo por ser producto, renuncio a ser producto de consumo para machos. Prefiero que la heteronormatividad me excluya como una ameba infecciosa a tener que ir en contra de mi  misma. Prefiero la autodeterminación de mi vida y de mis pensamientos y no cederlos ni construirlos alrededor de otro, de otros, de hombres a quienes no les corresponde determinar su significado y valor.




[1] Dentro de lo posible, porque el género, como la clase y raza no se puede abandonar a voluntad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Florecita de barranco" o de cómo la belleza no le pertenece a las pobres.

Leí el término "florecita de barranco" cuando un conocido describía la belleza inusual de la chica que le entregaba los tacos en un puesto callejero. El término me causa molestia a pesar de la admiración con que aparentemente se usa para referirse a la belleza inaudita que se encuentra en sitios donde se asume que resulta poco frecuente y que son, por supuesto, entornos distintos y de estrato socioeconómico inferior a quien suelta el comentario. ¿Qué es la belleza y a quién le pertenece? La discusión puede resultar amplia y pensaba citar mucha teoría sobre la creación de los patrones estéticos por la clase dominante y como los dominados se ven obligados a seguir los patrones estandarizados que la élite discurre, en un mero ejercicio de sobrevivencia y adaptación. En como el dinero y la clase nos permiten decir qué es bonito y qué no, en qué sitios hay belleza y en cuáles no, carajo, porque no son los nuestros y debe ser raro que exista. También debería en este punto abord...

Nymphomaniac, Vol.I y II

"For me, love was just lust with jealousy added;  everything else was total nonsense.  For every hundred crimes committed  in the name of love,  only one is committed in the name of sex" Joe Director: Lars von Trier País: Dinamarca/Alemania/Bélgica/Reino Unido/Francia Año: 2013 Liliana: Es la historia de Joe (interpretada por Charlotte Gainsbourg), quien al ser rescatada luego de una golpiza plantea su vida desde su propio punto de vista. Joe se declara ninfómana y escarba desde su niñez en busca de una causa. Narra sus experiencias sexuales y como su vida se va adaptando no en la búsqueda de satisfacción sino en la necesidad de alimentar un apetito existente. El sonido limpio característico en von Trier, se adereza con ritmos que mezclan sonidos clásicos con el metal industrial de Rammstein y logra atrapar desde las primeras notas y la letra de Führe Mich en esta escalada de mercadotecnia que precedió el estreno de una película que l...