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Amor y revolución en tiempos del pop

Aquí, entre hombres es una revista local que tiene el objetivo de ir formando nuevas masculinidades.  Amablemente me invitaron a participar con un texto sobre el amor. He aquí el texto (pueden acceder a la revista completa acá)


San Valentín ha de ser uno de los santos más populares y febrero, uno de los meses más comerciales.  Todo un mercado de productos y servicios movidos por uno de los sentimientos más indescifrables y a la vez más comunes de todos los tiempos: el amor.

Pero, ¿cómo entendemos el amor?

Como desconocedora confesa, inicié una exploración en redes sociales y quedé sorprendida de la disposición  de mis contactos a responder ante esta pregunta.

Aunque el amor existe de múltiples maneras, me he referido al amor de pareja y he buscado conseguir el mayor número de respuestas.

Biológicamente, el amor es una sensación que afecta el cerebro, una cadena de reacciones químicas que se desata ante un estímulo (la persona amada) y que produce desde alteraciones en la presión arterial (sube), aceleración de latidos por minuto, liberación de grasas y azúcares que a su vez producen aumento de capacidad muscular y aumento de glóbulos rojos que incrementan el fluído de oxígeno a través de la sangre. Estas sensaciones, a la vez, desencadenan  una serie de reacciones en el cuerpo y mente humanas, algunas veces agradables y otras hasta frustrantes, llegando incluso (según Stanton Peele) a producir adicción.

"Una relación adictiva se caracteriza por un deseo de tener la presencia tranquilizadora de otra persona (...) El segundo criterio es que disminuye la capacidad para prestar atención a otros aspectos de su vida y para ocuparse de los mismos".


Según P*: "toda esta 'química', no es más que el resultado evolutivo para que animales tan complicados como nosotros se reproduzcan. Todas esas emociones, mariposas en el estómago, sudor de manos, etc. Son solo el cuerpo reaccionando a químicos producidos por el cerebro... luego venimos y lo tratamos de explicar de maneras 'entendibles' (ya que no sabemos nada de esta química ni queremos saberlo)".

Y esta química trabajando provoca entonces, una sensación de felicidad o un "estado de imbecilidad transitoria" citando a Ortega y Gasset, que es, sin embargo, deseable.  

"Estos químicos son drogas. Como todas las drogas cada vez necesitás cantidades más grandes" comenta P.

Sin embargo, según F. "el amor es lo que sobrevive en la cotidianidad, lo que queda cuando ya no hay maripositas en el estómago". Es decir, el amor va, según nuestra entrevistada más allá del enamoramiento.

Para algunas personas, el amor tiene que ver con sexualidad. para otros con compañía.


Según M. "es el sentimiento de saber que hay alguien que me acompaña, que me valora, que me respeta y divierte". 

Para muchos, el amor es necesario. Para otros, el amor es un conflicto, un intento de dominar la voluntad del otro, citando a Sartré, lo que tiene mucho sentido cuando vemos que algunas relaciones se sostienen debido a la manipulación y el abuso de poder de un miembro de la pareja hacia otro, relaciones violentas, codependientes o enfermizas, en las que no profundizaremos en esta ocasión.


Comenta N.el error es creer que el (la) amante, resolverá todo: casas, carros, sueldos, puntos y además secará tus lagrimas”  “del amor podés esperar sensaciones, felicidad, plenitud, la que uno siente, no de la pareja, no tiene que demostrarme que me ama, solo hacerlo”.

El amor entonces, debe encontrarse en algún límite en el que el desprendimiento no encuentre discordancia con la sanidad.  Muchas personas han (hemos) sobrevivido a relaciones complicadas. El cine, la televisión, los libros, nos muestran amores ideales, modelos de relaciones ya hechos y comprobados que se esperan que nosotros repitamos con exactitud y que nos den felicidad:


Nacer, crecer, 
tener un amor, decepcionarte o no, 
seguir creyendo, 
encontrar el amor de tu vida, 
casarte, tener hijos 
y esperar la muerte en paz. 

Hombres y mujeres han vivido relaciones injustas con el pretexto del amor. A. comenta que en algún momento dejó de creer “porque me llevé muchas decepciones y cometí el error de casarme joven y fracasé”.

También M. quien sobrevivió a una relación conflictiva de 2 años, dice:
yo la terminé, porque era desgastante. Estaba ya dañada emocionalmente. Él me rogó, casi me acosó y luego habló pestes de mi.  Es tan “macho” que nunca reconocería lo mal que me trató ni lo que pasó después”.

Con nuestro modelo establecido, este tipo de relaciones muchas veces se institucionalizan y se sacrifica a la persona por el bien de la “pareja”, sea este matrimonio o por el bien de la “familia”.  Entonces la violencia se reproduce dentro y se enraíza en todos los miembros, que desde luego no salen ilesos.
M. pasó por un periodo de sanación personal, donde entendió que se había desdibujado su propio ser dentro de la relación. Luego, volvió a creer.

R. desde otra perspectiva, cuenta “crecí con la idealización del amor en la cabeza. Ahora puedo decir que el amor para mí no es solo esa imagen ideal que tenés. La idea previa era una idea cercana al amor platónico (la búsqueda de la media naranja). Ahora estoy convencido que esa media naranja no existe, pero es mejor porque me disfruto a mí mismo, pero también disfruto estar con alguien distinto

El amor entonces, parte de uno mismo. Sanar, conocerse, respetarse y saber quién sos.  Saber que la felicidad no se encuentra en la dependencia de otra persona. Que “tener novio” o “estar casado” no te va a dar la felicidad, sino el hecho de disfrutar tu vida.  La única certeza que tenemos los humanos es que el único ser con el que tenemos que convivir durante toda nuestra existencia, somos nosotros mismos.  Encargarnos de ese ser, con las responsabilidades que implica, cuidarlo, atenderlo y amarlo podría ser un buen inicio.

En un país tan violento, donde la muerte ronda sin permiso y a toda hora, donde las desigualdades asustan y la pobreza muerde con dientes filosos, hablar del amor es contravenir la norma.  Tal vez hemos desprestigiado mucho el concepto de amor y luego peleamos con este concepto errado.

Como dice W.: “Veo el amor como un conjunto  que involucra sentimientos, emociones e ideas, pero en realidad es un acto, un acto profundo.  El amor, para mí, es una manifestación más de nuestra calidad de seres cuasi divinos, capaces de experimentar cosas que apenas entendemos.  Una manera de rebelarse al sistema de miedo y violencia es precisamente a través del amor. No podemos apagar el fuego con más fuego. Un acto de valentía hoy, consiste en amar: a la gente, a la familia, a una pareja”.

Tal vez sea hora de volver a nuestro interior, secarle las heridas y contemplarlo con firmeza, volcarle el amor que solo se encuentra ahí: dentro y dejar que se esparza y se enraíce como algo verde y profundo, que inunde cualquier espacio que el poder y la violencia hayan marchitado previamente.  “El enamoramiento irracional no alcanza para contrarrestar conductas equivocadas que se traen desde la niñez” indica W. y somos una sociedad que ha crecido con violencia, dentro de un sistema patriarcal e injusto. 
Revocarlo, sanar y amar sería la consigna.

* Las iniciales mayúsculas sustituyen el nombre de nuestrxs entrevistadxs.

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