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Ser un cuerpo

 Hace poco tiempo logré entender que mi percepción del mundo era distinta a la de quienes me rodean. Mis sentidos funcionan en dos modos opuestos, completamente activados o en silencio total.  Moverme entre la hipo y la hipersensibilidad es algo cotidiano. Siento demasiado frío y no tolero el calor. Puedo soportar cansancio físico extremo en algunos momentos pero no puedo lidiar con una etiqueta que raspa. Un cabello suelto sobre mi espalda resulta el equivalente a una tortura medieval, pero vivi con una hernia discal a la que no le presté atención hasta que me causó limitación de movimiento. Así, vivo entre dos extremos sensibles.  Mi relación con mi cuerpo parte de que a veces no lo entiendo y a veces él se impone. O ella, mi cuerpa. Tampoco tiene definido un género, es ambigüe. Y en esos reclamos que tiene, he notado la calma que me provee la presión sobre la piel. Hace unos par de años, probando soluciones para mejorar mi calidad de sueño, conseguí una manta pesada qu...
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Una pausa antes de pedalear

Cuando me mudé debí dejar entre muchos objetos también también mi bicicleta. No consideré traerla conmigo porque pensaba en viajar ligera. La dejé también para atreverme a soltar todo por completo y llegar sin nada a un sitio nuevo. Esta ciudad se presta para caminar, para andar en bici o en monopatín, pero a mí aún me falta ánimo para montarme en dos ruedas e ir por calles que no termino de conocer con exactitud. En mi pueblo era frecuente encontrar grupos de ciclistas de montaña, mientras yo hacía un poco de ruta y un poco de ciudad, sola. Los deportes en grupo nunca han sido lo mío, pero ir sola a la piscina a la hora del almuerzo, correr por la mañana antes de ir al trabajo o subirme en la bici para escuchar una playlist muy rítmica y gritar cada canción mientras colina abajo me dejaba llevar... eso sí que lo disfruté. Supongo que cada quien tiene su manera de encarar los deportes, como su manera de encarar la vida. La mía no ha sido totalmente solitaria,tiempo atrás hice jiu j...

Recibir, aceptar.

La educación latinoamericana enseña a aceptar y agradecer todos los regalos que nos sean dados, es una muestra básica de cortesía y una fórmula única: me regalan, recibo. Pero poco nos han enseñado que no tenemos obligación de recibir todos los regalos. Es más, poca gente se cuestiona el que pueda no aceptar aquello que le regalan y así, vamos por la vida recibiendo cosas que no nos agradan. Mas allá de lo material, recibimos generalmente los deshechos ajenos, en actitudes, palabras y gestos. Este ejercicio de aceptar lo que nos ofrezcan no se circunscribe a recibir un objeto tangible sino también las heces verbales que nos sean ofrecidas, quizá sí, envueltas en la falsa cortesía que acostumbramos usar. Y en vez de decir un no, acumulamos la porquería ajena y ahí vamos, cargando con más y sintiéndonos peor, confundiendo relaciones tóxicas con exceso de verdad. Porque, seamos sinceres, ¿quién no conoce a alguien que acostumbre a regalar aquello que bien podría tirar a la basura? Y...

"Florecita de barranco" o de cómo la belleza no le pertenece a las pobres.

Leí el término "florecita de barranco" cuando un conocido describía la belleza inusual de la chica que le entregaba los tacos en un puesto callejero. El término me causa molestia a pesar de la admiración con que aparentemente se usa para referirse a la belleza inaudita que se encuentra en sitios donde se asume que resulta poco frecuente y que son, por supuesto, entornos distintos y de estrato socioeconómico inferior a quien suelta el comentario. ¿Qué es la belleza y a quién le pertenece? La discusión puede resultar amplia y pensaba citar mucha teoría sobre la creación de los patrones estéticos por la clase dominante y como los dominados se ven obligados a seguir los patrones estandarizados que la élite discurre, en un mero ejercicio de sobrevivencia y adaptación. En como el dinero y la clase nos permiten decir qué es bonito y qué no, en qué sitios hay belleza y en cuáles no, carajo, porque no son los nuestros y debe ser raro que exista. También debería en este punto abord...

La cafetera

Compartía espacio con un compañero. Trabajo, de esos días en que hay que llegar a una hora y salir a otra, ajustarse a ciertas exigencias de protocolo y procurar sonreír porque el cliente es primero. En este pequeño espacio se iban las horas y convivíamos muy bien, contándonos en el poco tiempo libre las enfermedades, la vida de la familia, los pequeños malestares y levantándonos el ánimo uno al otro. Fue una relación muy cordial, no profunda pero si respetuosa. Un día llegó a nuestro espacio una cafetera. Los días fríos necesitaban asumirse con calor por dentro y la usamos generalmente para calentar agua. Hasta que se me ocurrió sacar mis tés de menjurjes que huelen a perfume caro y compartirlos.  Llené el recipiente y tuvimos nuestras sendas tazas de dulce placer.  Ese día hubo más sonrisas y cordialidad.  El día siguiente la cafetera usada como tetera, descansó. Estaba sucia y yo no tenía la mínima intención de limpiarla. El compañero prefirió consumir cosas frías ...

La eterna sospechosa, apestosa por asociación.

Por. Liliana y @La_Introversion __________________________________________________________________ Poco se dice de lo mucho que le incomoda a las mujeres heterosexuales que se les cuestione su heterosexualidad. La heteronormatividad es un régimen político . Una jaula mental y material que se alimenta (entre otras muchas cosas) de una interminable sucesión de acrobacias que nos niegan como humanas a cambio de un premio tan sórdido y vacío como la aprobación masculina. En esa jaula a las mujeres nos toca  granjearnos el afecto, la afirmación –y con ello– el permiso de existir. Incluso las mujeres que se creen emancipadas (con todo y sus empleadas domésticas racializadas cuya liberación no les interesa en lo absoluto) y van por la vida vendiendo su energía vital a cambio de migajas, tampoco están libres de tener que ejecutar acrobacias ridículas a cambio de aplausos misóginos. Esto es transversal a la ciencia, el arte, y por supuesto, a la sexualidad. No puede ser de ...

Siglas y parches

Siglas moderno-coloniales Por: @La_Introversion Las ONGs LGTBI surgen en Guatemala a mediados de los 90 en el contexto de la firma de los Acuerdos de Paz y las comisiones de verdad y justicia por los cuales se pactó formalmente el fin del conflicto armado interno, como parte del proceso encubierto de imposición del neoliberalismo criollo de la mano del capital extranjero y la subsecuente continuación de la invasión y expropiación del territorio de los pueblos originarios que continúan en resistencia ante la violencia y expoliación de la modernidad.  Todo en aras de imitar el “desarrollo” que supuestamente es resultado directo y exclusivo del “trabajo” y organización social de los autodenominados países “desarrollados”. En ese contexto, las organizaciones LGTBI han sido criticadas a partir de su lógica homogeneizante que coopta la potencialidad rebelde de lo que podría llegar a ser disidencia sistémica, convirtiendo a las relaciones sexo afectivas entre mujeres, por ej...